domingo, 30 de junio de 2013

¡CORVOSOENOSNNT!

Despues de una buena temporada sin actualizar el blog (debido principalmente a trabajos y exámenes) vuelvo con un nuevo relato, de nuevo participante de uno de los concursos de fantasiaepica.com. En esta ocasión se trataba de un relato de terror, y quedó en un tercer puesto. Despues de corregirlo y añadir o cambiar algún detalle, aquí lo dejo.



Lunes 11-Marzo-2013 (23:30)
Me llamo Javier García, tengo 34 años y hoy empiezo a escribir en este cuaderno que será mi diario durante los próximos meses. Nunca había escrito un diario, ni tenía intención de hacerlo sino fuera porque mi hermana ha insistido mucho. Según ella, me ayudará a aclarar las ideas y a asimilar mi vida. Ana es una buena mujer que siempre se ha tomado muy en serio su papel de hermana mayor, pero desde que ocurrió aquello ha llegado a un límite en el que roza la pesadez. Pero lo hace con buena intención. Además, puede que hasta tenga razón y esto me ayude. Aunque personalmente me parece una tontería, hay que tenerla contenta, pues al fin y al cabo es la última persona cercana que me queda.

Jueves 14-Marzo-2013 (23:45)
Esta tarde me ha llamado Ana. Quería saber si había seguido “su consejo” (yo más bien lo llamaría su orden) y había empezado a escribir un diario. Cuando le he dicho que sí se ha puesto muy contenta, pero pronto, haciendo gala de su habitual suspicacia, logró sonsacarme que apenas había escrito unas pocas líneas. Después, con ese tono suyo suave y pausado capaz de obligar al mismísimo Satán a bañarse en agua bendita, me instó a seguir escribiendo.
Así que aquí estoy, con las páginas en blanco delante, esperando a que escriba en ellas. Pero no sé qué contarle a un trozo de papel, frío e impersonal. No entiendo como esto puede ayudarme a soportar mi triste vida, a superar lo que pasó. Pues al fin y al cabo no me va a devolver todo aquello que perdí en tan solo un instante.

Sábado 16-Marzo-2013 (8:30)
¡Ya tengo algo que contar!
No es nada importante, pero Ana me ha dicho que debo escribir cualquier cosa que altere mi vida normal, por insignificante que sea. Además, si escribo algo seguro que se queda contenta por una temporada.
Tras un duro día de trabajo, cuando llegué a casa anoche me duché y cené mientras veía la película que ponían en la tele (una de esas de tiros que no tienen ninguna trama profunda pero sirven para pasar el rato y no pensar). Después me fui a la cama. Cansado como estaba no tardé en dormirme.
Pero he soñado algo extraño. Me he despertado sudando y enredado con las sábanas. El sueño ha sido tan intenso que aún ahora que ha pasado un rato desde que desperté lo recuerdo con detalle, a pesar de lo confuso que ha sido.
Salía del trabajo y era ya de noche. Me dirigí como siempre a la estación de metro, que curiosamente iba vacío. Yo era el único pasajero que se veía en los vagones. De pronto se apagaron las luces y pude sentir como el tren aceleraba hasta alcanzar una velocidad de vértigo. A oscuras, no veía nada, pero pronto empecé a oír un suave ruido, como el maullido de un gato. Poco a poco, el sonido subió de volumen y fue entonces cuando me di cuenta que no era un maullido, sino el llanto de un niño, de un bebé. Eso de por sí me perturbó, pues era como una cruel puñalada en mi alma dolorida, pero no fue todo.
El metro seguía avanzando veloz, pero de pronto se detuvo en seco. Sentí un fuerte golpe y una tenue luz alumbró el entorno. Ya no estaba en el vagón. Ahora me encontraba en una carretera, iluminada por un cuarto menguante de luna. En medio de la calzada, atravesado entre los dos carriles, había un coche. Parecía estar fundido con el suelo, como si los neumáticos y el asfalto fueran uno solo. El vehículo comenzó a hundirse, desapareciendo las ruedas en el pavimento.
El llanto de bebé seguía sonando, cada vez más alto, hasta ser casi ensordecedor. Intenté taparme los oídos, pero seguía escuchándolo dentro de mi cabeza. Cuando el coche ya había perdido las ruedas en el suelo descubrí que éste burbujeaba, como si estuviera hirviendo. Un impulso me hizo agacharme y tocar el asfalto líquido. Esperaba abrasarme los dedos, pero en su lugar un cálido fluido me mancho la mano. Cuando la alcé y la luz de la luna me permitió ver el color rojo grité horrorizado. No era asfalto, sino sangre. El coche se estaba hundiendo en un inmenso charco de sangre y yo estaba al borde, observando, sin poder hacer otra cosa que mirar estupefacto y aturdido por el incesante llanto.
Fue entonces cuando desperté. No creo que pueda dormir más por hoy.

Martes 19-Marzo-2013 (7:30)
He vuelto a tener otro sueño. Aunque más bien ha sido una continuación del de noches atrás. Estaba en la carretera, de noche, pero ahora había menos luz, la luna apenas era un hilo pálido en el cielo estrellado. Sin embargo, el mayor cambio respecto a la vez anterior era el silencio. En esta ocasión no se escuchaba ningún llanto ni ningún otro sonido. El coche estaba hundido hasta la altura de los manillares de las puertas. La sangre seguía burbujeando pero ahora pude apreciar que además se movía de manera rítmica, aumentando y disminuyendo de nivel. Era como si… latiera. Observando medio hipnotizado el movimiento pulsante empecé a sentir más que oír los latidos. No sé cuánto tiempo pasó, pero pareció que fueran horas. El líquido, negro a la escasa luz, subía y bajaba incansable, mientras que el coche se iba hundiendo, lento pero inexorable, en él.
Entonces desperté suavemente. Pensé que todo había pasado, hasta que comprendí que seguía escuchando los latidos de la sangre. Y no eran mis propios latidos, de eso estaba seguro, pues mi corazón iba mucho más rápido. Escuché muy atento, sin moverme. Parecían proceder del fondo de la habitación. Entreabrí los ojos un poco, todo estaba a oscuras, pero en el rincón me pareció vislumbrar una silueta oscura. No se movía y apenas era distinguible de las sombras, pero allí estaba. Una forma humana.
En ese momento sonó la alarma del despertador del móvil. La pantalla se iluminó, alumbrando lo suficiente la estancia como para ver que no había ninguna figura.
Aún me late el corazón deprisa, pero es hora de ir al trabajo.

Jueves 21-Marzo-2013 (23:00)
No ha habido más sueños.
Ayer me llamó de nuevo Ana. No le he contado nada, no quiero parecer un crío quejándose de sus pesadillas. Pero creo que ha notado que algo me tenía alterado, porque me ha dicho que busque una distracción, que haga algún cambio en mi vida. A pesar de que no lo ha dicho de manera directa sé a qué se refería. Ya lo ha insinuado en otras ocasiones, aunque yo siempre he actuado como si no captara la indirecta. Pero empiezo a pensar que tiene razón, esto de los sueños me tiene muy alterado y necesito cambiar un poco de aires, por lo menos durante un rato. Por eso esta tarde me he acercado a Yolanda, la secretaria del jefe, una mujer algo más joven que yo, agradable aunque algo tímida, y le he preguntado si la apetecería ir a tomar algo conmigo el sábado. No logro comprender por qué ha aceptado tan rápido quedar con un tipo como yo, amargado y deprimido, con un pasado traumático reciente del que nunca habla. Pero no iba a ser yo quien le hiciera cambiar de opinión.
Hemos quedado el sábado a las diez.

¡CORVOSOENOSNNT!
¡CORVOSOENOSNNT!
¡CORVOSOENOSNNT!
¡CORVOSOENOSNNT!

Domingo 24-Marzo-2013 (13:40)
Anoche fue una buena noche. Llevé a Yolanda a tomar algo a un bar al que solía ir hace tiempo. Nos tomamos un par de copas y estuvimos hablando largo rato de cosas intrascendentes. Luego, a medida que el alcohol nos fue haciendo efecto, la cosa se animó. Lo uno llevó a lo otro, y al final logré convencerla para que pasará la noche en mi casa. Fue una larga noche, bastante… interesante. Aunque me siento muy culpable, y una parte de mí cree que he traicionado a Sara… Pero ¡qué bien sienta después de tanto tiempo!
Sin embargo, esta mañana cuando me he levantado Yolanda había desaparecido. No ha dejado ninguna nota. La he llamado varias veces al móvil, pero no me contesta.
Además, cuando he ido a contar esto en el diario, que estaba encima de la mesilla, he descubierto una extraña palabra escrita varias veces en una página en blanco: ¡CORVOSOENOSNNT! No tengo ni idea de qué significa, ni como ha aparecido. ¿Habrá sido Yolanda? ¿Ha estado leyendo mi diario? ¿Habrá descubierto lo de los sueños y por eso se ha ido? No tengo forma de saberlo, porque sigue sin contestarme a las llamadas.

Lunes 25-Marzo-2013 (22:30)
Después de todo el día de ayer sin obtener respuesta hoy por fin he logrado hablar con Yolanda en el trabajo. Parecía un poco avergonzada cuando le he reprochado no haberme respondido. Pero la explicación que me ha dado me ha dejado bastante confuso.
Según ella, la otra noche se despertó y yo estaba sentado en la cama repitiendo una y otra vez una palabra incomprensible. Algo así como “corvosens”. ¿Se refería a lo que hay escrito en el diario, CORVOSOENOSNNT? Parece posible.
Intentó hacerme reaccionar, pero dice que la miré con los ojos en blanco y una sonrisa siniestra en el rostro. Se asustó y se fue corriendo del piso.
Es una historia un tanto extraña, pero no me parece la persona que se inventaría algo tan extravagante como excusa para pasar de mí.
Entre esto y los sueños, empiezo a pensar que quizás hay algo en mi cerebro que no funciona bien.

Miércoles 27-Marzo-2013 (23:10)
Esta tarde vino Ana a verme. Aunque hablo con ella a menudo hacía tiempo que no la veía. Se la ve bien y parece feliz. Me alegro por ella. Al menos alguien de la familia puede disfrutar con su vida. Por eso no le he contado nada de los sueños. No quiero amargarla con mis asuntos.
Además, no ha habido más sueños. Sin embargo, me ha pasado algo extraño de nuevo. Después de que se fuera Ana me he duchado. Estaba ensimismado pensando cuando de repente el agua de la ducha adquirió una densidad y un color distintos. De pronto lo que caía sobre mí no era agua, sino sangre. Y el líquido escarlata palpitaba al ritmo de un corazón ajeno. Pero sólo duró unos segundos. Cuando parpadeé y abrí de nuevo los ojos volvía a ser agua normal y corriente.

Jueves 28-Marzo-2013 (7:25)
De nuevo otro sueño.
Al igual que en los anteriores se repetía el coche, hundiéndose en el charco de burbujeante sangre. Ya sólo asomaba la parte superior. También volvía a oírse el continuo llanto del primer sueño. Pero esta vez había aún menos luz, pues sólo las estrellas iluminaban la carretera. Yo estaba metido en el charco, y el palpitante líquido me llegaba hasta las rodillas.
Intenté salir de allí, pero de algún modo lo único que conseguía era introducirme más en el charco, avanzando hacia el coche. El nivel de sangre empezó a cubrirme más y parecía latir con más fuerza y rapidez, como si el invisible corazón al que respondía se emocionará con mi presencia cercana al vehículo. El llanto de bebé se volvía menos estridente y más natural a medida que me acercaba.
Estaba a menos de dos metros del automóvil y la sangre me llegaba hasta la cintura cuando desperté de repente. Era pronto y no entraba luz en la habitación, pero de nuevo pude sentir una presencia en el cuarto. Oía los rítmicos latidos de su corazón, aunque no podía escuchar su respiración. Giré un poco la cabeza para mirar al rincón. Allí volvía a estar la figura que vi noches atrás. De pie, inmóvil. No sabría decir si hombre o mujer, pues sólo era una sombra más negra que la penumbra del cuarto. No podía ver su rostro, pero sentía su mirada clavada en mí, lo que me producía un intenso terror, pero también una extraña sensación de evocación, como si despertara en mi interior recuerdos que no era capaz de definir.
Cerré los ojos un instante, intentando serenarme, diciéndome que sólo eran imaginaciones mías y que cuando volviera a abrirlos no habría nada. Pero cuando los abrí la figura se había acercado. Ahora estaba al borde de la cama y se inclinaba hacia mí. Su cara estaba a unos pocos centímetros de la mía y alargaba las manos hacia mi cuerpo, pero sin llegar a tocarme. Por un breve instante pude ver su rostro y creí reconocer en sus facciones a la mujer que tan bien había llegado a conocer.
Grité asustado y me aparté, encendiendo la lámpara de la mesilla tan deprisa como pude. Cuando la luz inundó el dormitorio allí no había nada ni nadie. Ni rastro de la sombra que instantes antes acechaba sobre mí.
No lo entiendo. ¿Qué está sucediendo? ¿Finalmente me he vuelto loco? Hay algo que no está bien en mi interior desde aquella trágica noche, desde lo de Sara. Pero, ¿qué relación tiene todo esto, a parte de los obvios símbolos? El llanto, el coche, el rostro… ¿Son solo sueños y visiones causados por el sufrimiento y los recuerdos, o hay algo más? Parece todo tan real, pero sé que no es posible. Nada de esto tiene lógica.

Sábado 30-Marzo-2013 (17:00)
Llevo tres días sin dormir. Me da miedo lo que pueda soñar, así que desde el último sueño del jueves no me he decido a dormir. He ingerido grandes dosis de café para mantenerme despierto, pero ya apenas me hace efecto. Me cuesta mucho mantener los ojos abiertos. Por eso escribo, para intentar seguir despierto.
Me ha llamado Ana, pero no le he contestado. Me preocupa lo que pueda decirme si le cuento todo esto. Seguramente pensará que estoy loco. Yo mismo lo pienso. También me ha mandado Yolanda un mensaje al móvil. No habíamos vuelto a hablar desde nuestra última conversación el lunes, pero como no he ido a trabajar estos días me ha preguntado si me encuentro bien. Tampoco le he respondido.
Ya no sé cómo mantenerme despierto, pero no quiero dormirme. Sé que no puedo estar así para siempre, que en algún momento no podré más y el cansancio me vencerá. Pero intento retrasar ese instante. Me asusta lo que pueda encontrarme si vuelvo a cerrar los ojos. No quiero regresar a ese lago de sangre, ni escuchar de nuevo el estridente llanto. Solo con recordar el latido incesante que hace subir y bajar periódicamente el rojo fluido se me ponen los pelos de punta. Sin embargo, lo que más temo es el despertar. ¿Volverá la oscura figura a acechar en el rincón? Y si es así, ¿qué ocurrirá si se acerca de nuevo a mi cama y llega a rozarme?
Pero… ¿cómo puedo estar aterrorizado por esto? Solo son sueños. ¿O no?

¡CORVOSOENOSNNT!
¡CORVOSOENOSNNT!
¡CORVOSOENOSNNT!
¡CORVOSOENOSNNT!
¡CORVOSOENOSNNT!
¡CORVOSOENOSNNT!

Domingo 31-Marzo-2013 (13:00)
Al final ayer acabé quedándome dormido. Creo que he tardado en despertar más de 16 horas. Parece que he vuelto a escribir cosas extrañas en el diario mientras dormía. Pero ya no me asusta, sé lo que significa. He soñado de nuevo, pero ahora lo entiendo, porque está vez el sueño fue diferente.
De nuevo estaba en la carretera y la luna creciente volvía a iluminar el lugar. El coche estaba casi del todo hundido. Me acerqué, avanzando en el charco de sangre, la cual cada vez me cubría más. No me desperté, por lo que logré alcanzar el vehículo. En el último tramo la sangre llegó a cubrirme por completo. Por un momento pensé que me ahogaría, pero luego descubrí que podía respirar. El rojizo plasma entraba en mis pulmones como si de aire se tratase. Y lo cierto es que era aire. Ya no me encontraba en la carretera de noche, sino en un campo verde, con la luz del sol del amanecer iluminando por el este. No había ni rastro del coche, pero una figura me observaba a unos pocos metros. Esta vez no estaba envuelta en sombras, por lo que pude reconocerla al instante. No podía creer lo que veían mis ojos, pues se trataba de Sara, mi mujer, que me miraba con una radiante sonrisa en los labios. Entonces empecé a escuchar un suave llanto y vi que en sus brazos sostenía a un niño, casi un recién nacido. Corrí hacia ella, con lágrimas en los ojos, dispuesto a abrazarla y besarla, a decirle lo mucho que la quiero y cuanto la he echado de menos en los últimos meses. Pero mis brazos atravesaron su cuerpo como si fuera una ilusión. Su rostro se ensombreció y con voz triste murmuró: “¡Ven con nosotros!”.
Y desperté.
Fue entonces, al escucharlo de sus labios, cuando supe lo que significaba la palabra que había escrito en el diario. Está cifrada con un código que inventamos cuando éramos jóvenes para que nadie más pudiera leer nuestros mensajes.

¡CORVOSOENOSNNT!
¡           C         O         R
V         O         S          O
E         N         O         S
N         N         T          !
¡VEN CON NOSOTROS!

Ya no tengo miedo a dormir. Más bien al contrario, estoy deseando volver a sumergirme en mis sueños para reunirme con ellos. Me están esperando. Mi mujer y mi hijo, al que no llegué a conocer. No temo volver a soñar.
Quiero volver a soñar.



PERIÓDICO REGIONAL
3-Abril-2013
Aparece el cadáver de un hombre en su apartamento.

Ayer martes 2 de abril fue hallado en su apartamento el cadáver de Javier García, un hombre adulto que vivía sólo desde el fallecimiento de su mujer hace ocho meses.
Javier había faltado al trabajo desde el jueves pasado y no respondía a las llamadas de compañeros ni familiares. Ana García, hermana del fallecido, decidió utilizar la llave que guardaba del piso e ir a ver si Javier se encontraba bien. Fue ella quien descubrió el cuerpo.
“Solía llamarle con frecuencia y siempre respondía o me llamaba al volver a casa”, declara la hermana. “Al ver que llevaba varios días sin responderme cogí las llaves que él me había dado por si ocurría algo y fui a su casa. Estaba todo normal y no había ni rastro de él. Recorrí toda la casa buscándolo, hasta que llegué al dormitorio. Y allí lo vi, tumbado en la cama, dormido. Hasta que no me acerqué no comprendí que en realidad estaba muerto.”
A pesar de los días que llevaba sin dejarse ver, el forense estima la muerte en la noche del domingo 31. Sin embargo, aún se desconoce la causa, aunque todo apunta a una muerte natural. No hay signos en la vivienda de ningún tipo de allanamiento ni restos de tóxicos en las muestras de sangre del fallecido, salvo una alta concentración de cafeína.
La familia del señor García apareció hace unos meses en los medios de comunicación cuando, a principios de agosto, su mujer Sara, embarazada de seis semanas, sufrió un trágico accidente de coche en el cual murió desangrada antes de que llegara la ambulancia. Javier había sobrellevado los últimos meses con la ayuda y el apoyo de su hermana.
“Fue un golpe muy duro para él. Apenas un par de semanas antes del suceso se había enterado de que iba a ser padre y estaba muy ilusionado. Entonces ocurrió aquello y todo su mundo se desmoronó. Intenté ayudarlo todo lo que pude y pensaba que poco a poco había logrado asimilar lo sucedido. Hace unas semanas le recomendé escribir un diario. Nunca le pregunté que escribía. Ayer lo encontré en su mesilla y lo he estado ojeando. Creo que me equivoqué y lo estaba pasando aún peor de lo que yo creía. Es muy raro, en las últimas páginas se repite una y otra vez la misma palabra, CORVOSOENOSNNT. Pero más extraño todavía es que cuando lo encontré, todavía pensando que estaba dormido, me di cuenta de que su rostro estaba sereno y una radiante sonrisa iluminaba su cara. Parece como si estando muerto hubiera logrado ser mucho más feliz que en los últimos meses. Incluso que en la mayor parte de su vida. Podría pensarse que murió de felicidad”.



3 comentarios:

  1. Dado que no participé del reto en cuestión, aprovecho la ocasión para comentar.
    Te ha quedado muy bien la “lavada de cara” que le has hecho; aunque hay dos sugerencias que se me ocurren:
    1-Oraciones largas. Tal vez sea una manía mía, pero yo le agregaría algunas comas a las mismas para que la lectura no sea tan corrida y casi atropellada.
    2_El título. Yo se lo cambiaría por “Entradas de diario” o simplemente “Diario”, porque si quiero recomendarle a alguien que lea tu relato, se me complica al decir: léete “¡CORVOSOENOSNNT!” de Lanay, que está muy bueno. En verdad, ¡CORVOSOENOSNNT! No sólo es un anagrama, sino también un trabalenguas. En mi opinión, si el título es fácil de recordar, y si permite un juego de palabras, es inevitable que en algún momento se asocie esa palabra con un relato, y por ende, con su autor.
    Saludos.

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    1. Gracias por pasarte a comentar, Xero.
      Lo de las oraciones largas, si me he dado cuenta, pero yo es que soy de hacer oraciones interminables, jejeje
      Y lo del título, es uno de los motivos por los que dudaba si ponerle ese título o no. En principio se titulaba "Ven con Nosotros", que es como lo llame en el reto. Pero me hicieron comentarios de que desvelaba demasiado y probara con otra cosa. El anagrama queda bien, pero tienes razón, es algo inpronunciable. Pensé en crear uno nuevo que diera lugar a algo más sencillo, pero al final no tuve ganas. Pensaré en un nuevo título alternativo.
      Gracias de nuevo por tu comentario.

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  2. Ya te lo había comentado, pero muy buena historia Lanay. Una de las mejores del reto, sin duda. Muy bien logradas las emociones desde el comienzo hasta el final.
    Un saludo!

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Gracias por comentar